A todas y a todos muy buenas noches. Antes de comenzar, permítanme un agradecimiento personal al buen amigo Olegario Marrero Tadeo, ya que, gracias a él, me bautizo como colaborador en el día de hoy participando en esta Casa de La Cultura de Valleseco con motivo del Día de las Letras Canarias.
Naturalmente, en un muy pequeño porcentaje, puesto que él es el verdadero protagonista de este acto, y que curiosamente a pesar de ser vallesequense, también se bautiza como yo en este lugar. Me refiero claro está, a un acto organizado por el Gobierno Municipal. Así que los dos nos sentimos como con zapatos nuevos el día de San Vicente Ferrer.
Como humilde escritor, me van a permitir que muestre mi sincera felicitación al Ayuntamiento de Valleseco, en la persona del señor Concejal de Educación y Cultura don Hermelindo Suárez Domínguez, y su alcalde don Dámaso A. Arencibia Lantigua, por la hermosa iniciativa que han tenido uniéndose a la celebración de este acontecimiento, que como todos sabemos fue acordado por el Gobierno de Canarias un 13 de diciembre del año 2005. Cuya celebración obedece a que el día 21 de febrero del año 1813 tuvo lugar en Las Palmas de Gran Canaria, el fallecimiento de don José de Viera y Clavijo, escritor canario y polifacético que cultivó diversos géneros literarios, constituyendo un claro exponente de nuestra literatura.
En su momento, cuando dieron a conocer este acuerdo, decían que el principal objetivo era, el reconocer la labor llevada a cabo históricamente por los autores canarios dedicados a cualquier faceta de la cultura.
Por ello, en la primera edición del año 2006, se homenajeó al propio Viera y Clavijo, y como dije se tomó la fecha de su fallecimiento, costumbre muy generalizada pero que yo, y es mi opinión personal, no la comparto, puesto que entiendo que debiéramos celebrar la fecha de su nacimiento, no la de su muerte. En este caso, aunque naciera en Tenerife, recordarán que fue un 28 de diciembre en los Realejos, allá por el año 1731.
Sería una buena ocasión, no sólo para desprenderlo de las fiestas carnavaleras, sino para eliminar la fácil definición que se ha generalizado en relación a la celebración del “día de los Santos Inocentes”, en el que la mayor parte de los medios de difusión lo dedican al anuncio de jocosas noticias, que sin pretenderlo, olvidan la verdadera festividad de este día, la conmemoración del sangriento edicto promulgado por Herodes, el de matar a todo niño menor de dos años empadronado en Belén por temor al vaticinio de que Jesús se convirtiera en Rey de los Judíos.
Pero si interesante ha sido esta iniciativa, más lo es aún, el haber elegido al protagonista de esta noche para celebrar este día, del que ya no solo se le conoce como poeta y escritor, sino como un buen crítico literario.
Olegario, sin pretensión alguna, ya forma parte de los anales de la historia de la literatura canaria.
Cuando hablamos con él, nos atiende con semblante muy serio, con mucha atención, como si quisiera aprovechar cada gesto y cada palabra de nosotros, como si estuviese constantemente aprendiendo de lo que escucha o como si quisiera escribir nuestros pensamientos. En las ocasiones que le preguntamos su lugar de origen, se le ilumina la cara de manera extraordinaria y con sus ojos humedecidos, brillantes, te dice, nací en el verde y brumoso Valleseco, un seis de marzo de 1949.
Profundamente enamorado del pueblo que le vio nacer, y que, de manera inconciente, ya que solo contaba con siete años, lo tuvo que abandonar, trasladándose junto a sus padres: Benjamín Marrero Guerra y Consuelo Tadeo Santana al popular barrio de San José en Las Palmas de Gran Canaria.
Pero Olegario no ha estado nunca desvinculado a su Valleseco, desde muy joven y hasta la fecha continúa visitándolo físicamente, pues cuenta con su propio refugio en su barrio de Zamora desde hace 22 años. Colabora con todas las entidades culturales que toquen a su puerta. En especial conla Asociación Sociocultural “Altura” y de su conocida revista independiente, que este año se estrena en Internet con su propia página web, revista-altura.es participando en la misma, cada vez que se lo han pedido. En el primer año, en octubre de 1992, y, en su número 3, se publica una síntesis de sus “Cantos ancestrales” en la que, a través de una introducción y diez breves poemas, hace un Canto a Gran Canaria y sus soñados orígenes. Que como bien decía Juan José Toledo, El interés por la naturaleza, la idealización del pasado y cierto gusto por lo propio, lo nacional (canario), le dan a estos cantos un carácter netamente romántico, junto a una inclinación ecológica, de gusto más reciente, pero literariamente enraizada en el mismo concepto.
Quien diría, que a los dos años de esta publicación, como si de un reclamo se tratara, un 13 de diciembre de 1994 y en la Institución científica y cultural que fundara el Dr. Gregorio Chil y Naranjo, el Museo Canario, Olegario Marrero, comparte mesa junto a su presidente don Lothar Siemens y los afamados críticos de arte don José Luis Pedrol y Marisol Herrera, los cuales fueron los encargados de presentar su primer libro, “Cantos ancestrales”. Esta obra, junto a “Las Auroras Triste” del desaparecido crítico musical, don Agustín Quevedo, contribuyó al resurgimiento de la desaparecida colección San Borondón, que surgiera en Canarias por los años cincuenta. En esta ocasión co-dirigida por el profesor don Maximiano Trapero y don Lothar Siemens.
Esta hermosa edición limitada para Bibliófilos, de solo 500 ejemplares, con un magnífico prólogo del conocido crítico José Luis López Pedrol. Bellamente ilustrada, por el que fuera considerado como uno de los máximos representantes del llamado movimiento indigenista, surgido en los años treinta en torno a la Escuela Luján Pérez, don Santiago Santana Díaz. Medalla de Oro de Bellas Artes del Gobierno de Canarias. Recordarán que este “Artista integral” como alguien le definió, es hijo predilecto de Arucas, y adoptivo de la Villa de Moya y de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Por todo ello, me atrevería a decir, que quien cuente con un ejemplar de esta publicación, cuenta con una joya bien codiciada. Yo tengo una.
La muy deseada segunda edición editada por Anroart, se presentó con el éxito esperado, el 6 de marzo del 2007 en el Club Prensa Canaria. Le acompañaron en la misma, la catedrática de Literatura y prologuista doña María Teresa Hernández Sánchez, el biólogo del Jardín Canario Viera y Clavijo don Águedo Marrero Rodríguez y el miembro de la Asociación Cultural Altura don Jesús Pérez Rodríguez. Fue una preciosa e inolvidable velada poética, amenizada musicalmente por su hijo Dacio Marrero Rodríguez y el propio Olegario, interpretando temas de Néstor Álamo, acompañados a la guitarra por José Pérez. Hoy le tocó al compañero Germán Santana Valencia, que como yo, está muy satisfecho de participar en este acto, se le nota en la cara.
No cabe la menor duda, de que el Museo Canario, apostó por Olegario, por su amplia trayectoria poética, demostrada en más de una ocasión, no solo en esta institución, sino en muchísimos centros culturales de nuestra isla, participando en múltiples recitales. Entre otros, el Grupo Espiral, o la Tertulia Víctor Doreste.
Su paso por Telefónica a nivel profesional, no pasó desapercibido. Fue su Delegado Cultural en la “Agrupación Cultural y Deportiva” donde aún a estas fechas se recuerda su sede en la calle León y Castillo 437. Bajo el patrocinio del entonces Plan Cultural de la Mancomunidad de Cabildos se celebraron interesantes Jornadas en las que Olegario siempre fue uno de los componentes más destacados. Allí, junto a los poetas Rafael Treviño y Nicolás Suárez, también recitaba sus poemas.
Desde muy temprana edad, participa en la prensa local y en varias revistas, entre ellas la conocida “Aguayro” del Centro de Iniciativas de la Caja de Canarias.
Es costumbre verle en diversos espacios televisivos y radiofónicos. En uno de ellos, creó un programa poético, bajo el título “La penúltima palabra”.
De su amplio historial, quiero resaltar su actuación, un 22 de octubre de 1980, también en el Museo Canario. Fue presentado por el poeta Domingo Velázquez Cabrera, que aprovecho para tener un cariñoso recuerdo con este hombre al que el Grupo de Teatro Ajódar de Gáldar, bajo mi dirección le organizamos un merecido homenaje en el Teatro Municipal el 7 de julio de 1984.
Por la importancia que tiene para este acto, no me resisto en decir algunas de las palabras que le dedicara a Olegario en su presentación; Ningún tema o género poético es ajeno al quehacer de Olegario Marrero. Construye una poesía muy singular y excepcional. Blanca, libre y sin metro, pero eso sí, salpicada de bellísimas imágenes, de conceptos ideales y de lirismo.
Sobria, llana, escueta, desnuda, sin arropamientos innecesarios, y, como un ruego telúrico, va desgranándose lentamente en el transcurso del poema.
Este poeta es un ferviente admirador de la Naturaleza; pero no es un admirador pasivo, contemplativo, platónico, sino admirador actuante; él quisiera fundirse en ella, ser un hito, un árbol, un arroyo. Pero él es evidentemente, un hombre con todas las contradicciones inherentes al ser humano y como tal habrá de comportarse: él ríe y él llora; él ama y él olvida; él ora y él blasfema; él acusa y él absuelve.
La primera obra poética que Olegario, quiso dar a conocer, fue a la edad de 22 años, la dedicada a la Guerra del Vietnam en la conocida revista “Sansofé” y que fue leída en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna.
Corriendo el riesgo que a Olegario no le satisfaga, me van a permitir que por su impacto recite parte de este interesante poema, la más que me llamó la atención, y que no carece de actualidad, a pesar de haber transcurrido 38 años.
Me he permitido hacer un pequeño arreglo para que me sea más fácil su interpretación, pero que no varían en nada su sentido original:
No hablen, no digan misas
no interpreten réquiem
que se los lleva el viento.
Paren la mano armada
y criminal
no dejen que llegue al final
su intención malvada.
Derriben esa mole de estiércol (La guerra)
no dejen que siga muriendo
hermanos nuestros.
No clamen paz a ese pueblo guerrero
no reclamen derechos a ese gigante falso.
Sean sinceros……….
A los diez años de sus “Cantos Ancestrales”, la editorial Puentepalo le publica “Plural”, magníficamente prologada por el profesor de filosofía don Antonio Espada.
En esta obra, el conocido profesor de literatura don Pedro Fuentes se manifestaba de esta manera: La poesía de Olegario es breve y sencilla, larga y caudalosa. A veces sabe a Salinas, a Alberti, a Gerardo Diego, a Emilio Prados. Otras veces, se torna solemne y meditativa en la línea de Tomás Morales. Más adelante, e inspirándose en el poeta, novelista y ensayista, Victoriano Crémer, dice de la situación en la que se encuentra nuestro poeta: “Si se trata de escribir para los periódicos, lo hago directamente… sin complicaciones… me siento a la máquina, pienso y escribo… si se trata de resolver un estado poético, entonces, ¡ay!, sufro, me inquieto, y, cuando llego a la mesa de operaciones, sangro”
Si en esta obra, publicada en el 2004, se resume su producción en los últimos 30 años. Y después de que Olegario haya sido invitado por su pueblo como protagonista de este día. Yo, auguro una nueva edición que recoja la totalidad de sus poemas, y no por el propio poeta, porque como bien dijo María Jesús Alvarado, Olegario es un autor que se prodiga poco, ya que siempre se involucra en proyectos que ayuden a otros proyectos a salir adelante. Por ello, presiento que alguna institución, quizás, donde nos encontramos, afronte este reto. Es mi deseo. Así se cumplirá aquella célebre frase que aún resuena en sus oídos de Saulo Torón –Sigue escribiendo, algún día sonará tu campana-.
La poesía de Olegario, la define como una temática amplia, escribe desde poesía romántica hasta poesía social y ecologista. Con el amor que siente por la naturaleza, justifica que en la misma exista el paisaje verde, la arboleda, el canto de los pájaros, el bucolismo y la ambientación a conservar esa herencia que nos quieren destrozar. Le inspira los días de neblina, y contrasta el verdor de nuestros campos del norte con la aridez del sur. Todo esto por haber nacido en su Valleseco.
Tengo la seguridad de que alguien de los que me escuchan pueden atestiguar esto. Cuando se encontraba en la enseñanza primaria, se dio la anécdota que debido a la calidad de sus ejercicios de redacción, algún profesor y director del grupo escolar donde estudiaba no creían que aquel fuera el autor de los hermosos trabajos que realizaba.
La desconfianza les motivó a encerrarlo sólo en un aula -y vigilado por los mismos- con el propósito de que escribiera una redacción con un tema concreto. Aún le tiene marcado el tema que eligieron para que escribiera sobre el mismo: "el látigo”. Finalmente se quedaron convencidos de sus extraordinarias facultades para expresarse literariamente.
Me imagino hoy a estas personas cuando nos escuchan decir, que poetas consolidados como Saulo Torón, o Agustín Millares Sall le dieron los primeros ánimos en aquellos años.
O que al visitar la Casa Museo del poeta alicantino Miguel Hernández, en Orihuela, se topen con un poema de Olegario en una de sus paredes.
Con toda seguridad, se esconderán bajo de alguna mesa.
Termino recordando, lo que decía al principio sobre el texto del acuerdo de la celebración de esta conmemoración, “Día de las Letras Canarias” se pretende reconocer la labor llevada a cabo históricamente por los autores canarios dedicados a cualquier faceta de la cultura,
Por eso, cada año está dedicado a uno o a varios autores que transmitan los valores que la comunidad canaria quiere que prevalezcan.
Se comenzó como dije en el 2006, homenajeando a don José de Viera y Clavijo, luego en el 2007 aBartolomé Cairasco de Figueroa y Antonio de Viana, el pasado año a Benito Pérez Galdós y el actual a Mercedes Pinto.
Comprobamos que ya se acercan a nuestras generaciones, por ello, tengo la certeza, que algún día el Gobierno de Canarias se acordará de Olegario Marrero.
Pero pase lo que pase, nuestro poeta vallesequense está hoy aquí con nosotros. Con su excelente y timbrada voz, ya que no debemos olvidar, que también ha estudiado canto y que procede de una familia con predisposiciones poéticas y musicales. El, nos va a deleitar con sus poemas. Lo hará con el mismo amor que siente por su tierra, al igual que lo hiciera por el año 1998 en la Romería de la Fiesta de La Manzana, en honor a Nuestra Señora de la Encarnación, cuando recitó un hermoso canto a los diferentes barrios de este Municipio.
Por todo ello, ¡disfrutemos de su declamación y de sus poemas! Pero antes, su hijo Dacio y el compañero Germán nos situará musicalmente.
Ángel Ruiz Quesada