Presentación en El Real Club Naútico


PRESENTACIÓN DE
HERMINIA RAMÍREZ RIVERO
Real Club Náutico de Gran Canaria
Sala Néstor
Las Palmas de Gran Canaria, 11 de diciembre de 2009; 20,30 horas.



Buenas tardes-noches a todos.

Comienzo dando las gracias a doña Herminia, por la atención que ha tenido conmigo al pedirme que le presente esta exposición, permitiéndome, además,
“estrenar” mi colaboración en las múltiples e interesantes actividades que realiza este centenario Club.

Como galdense, quiero también agradecerle que haya escogido como motivo para la tarjeta de invitación el emblemático Faro de Sardina del Norte de Gáldar, hoy desgraciadamente desaparecido. ¡Muchas gracias, Herminia!

Nos presentaron hacia 1991 cuando yo participaba en la organización de los célebres Certámenes de Pintura del Puerto de La Luz, que se realizaban en el Centro de Arte La Regenta del Gobierno de Canarias.

Ante aquella hermosa aventura, propuesta por un grupo de personas amantes no sólo de las artes plásticas, sino de cualquier actividad cultural, los responsables políticos del Centro se mostraron reacios en un principio. Sin embargo aquel encuentro, que comenzó con timidez, alcanzó su séptima convocatoria, convirtiéndose en una de los más importantes foros de artes plásticas de la región.


Por esta razón, aprovecho cualquier oportunidad para recordar los Certámenes, de los que sigo sin entender su paralización allá por 2003. Pero mantengo la esperanza de que podamos volver a asistir a ellos, especialmente al tener en cuenta el servicio que prestaban dando a conocer el trabajo de muchos pintores, a quienes no les era fácil exponer, por sus propios medios en las salas institucionales.

Entre ellos, se encontraba nuestra pintora Herminia Ramírez Rivero, que se presentó todos o casi todos los años, quizás buscando un motivo que le obligara a estar activa. Nunca terminó de aceptar el apartado segundo de las bases del concurso, que restringía los temas de las obras a asuntos como los puertos del Archipiélago, el mar, el litoral, los barcos, la pesca, los faros, etc. A Herminia
no le gusta nada que la limite. Ella necesita libertad absoluta en el momento de pintar. No sólo para elegir el procedimiento y la técnica -que no se hallaban regulados- sino para lo más importante: la creación de la obra, su originalidad.
Pero lo más que me ha llamado la atención es su vocación social, que refleja el convencimiento de que la pintura es un medio para relacionarse con todos. Como en muchos otros casos, la labor artística es para ella la forma de plasmar las grandes energías que conservan las personas mayores.

La hemos hallado en todo y en cada uno de los Certámenes de Pintura Rápida que, desde el año 2005, se organizan por iniciativa de quien es su alma y su artífice, don José Juan Rodríguez Castillo, patrono de las fundaciones del Puerto de La Luz y de la Cámara de Comercio. Han itinerado por el Mercado de Vegueta, la Playa de las Canteras, el casco histórico de Gáldar y el Muelle Deportivo, en sus dos últimas manifestaciones. En la más reciente de ellas, que celebramos el pasado 14 de noviembre, Herminia recibió un reconocimiento, no sólo por la realización de una de sus obras sino también por su colaboración desinteresada en los más variados aspectos.

Nuestra artista no es compatible con lo que suponga academicismo. Por ello tuvo algunas pequeñas discusiones con su primera profesora, su hija Chari, que le aconsejaba que antes de pintar aprendiese a dibujar. Y si digo “profesora” lo digo en el sentido metafórico, porque ella no es de profesoras ni de escuelas. Pero Chari sí se portó como una verdadera maestra si nos referimos al descubrimiento del arte de la pintura por su madre; fue ella quien consiguió que Herminia dedicara la mayor parte de su tiempo a plasmar en un lienzo vivencias que para la mayor parte de nosotros quedan desapercibidas.

Su compromiso artístico debe también agradecerlo la sociedad a aquel destacado funcionario que durante más de cuarenta años prestó sus servicios en nuestro Cabildo Insular, don Francisco Celis García y Barzanallana, esposo de Herminia. Nada más llegar al Cielo dirigió los pasos de su mujer hacia la persona más idónea en aquellos momentos: la ya mencionada Rosario Celis Ramírez, su hija psicóloga, quien también captó el mensaje que venía de arriba, comprándole inmediatamente a su madre un caballete, un lienzo y los demás utensilios necesarios y diciéndole: “Mamá: ponte a pintar” Y Herminia, de manera intuitiva, comenzó a trabajar; con mucho cariño, guarda aquel primer cuadro de una casa canaria y un precioso jardín, donde no podía faltar el drago.

Tal vez Rosario pensaba que, al terminar la carrera de Bellas Artes que está cursando, contaría con una primera alumna. Pero esto con Herminia no es posible. No es posible porque Herminia, como les decía, no se subordina a nada, e incluso ha servido a su hija como ejemplo a seguir. Todos sus hijos se sienten muy orgullosos cuando cuentan que su madre comenzó a pintar a la edad de sesenta años y se les llena la boca cuando dicen que es autodidacta. La valoran como una mujer muy observadora y sencilla, pero de gran energía y de un inusual afán de superación. A ella no la para nadie. Cuenta con un empuje perfeccionador que ha sabido transmitir a Fernando, Enrique, Carmen, Chari, Isabel, Herminia, Pachi, Teresa, Nacho, Elena y Carlos. Todas ellas y todos ellos, ya que son seis mujeres y cinco hombres, la tienen como un ejemplo a seguir; a todos les ha inculcado su espíritu canarión y -lo más importante- la fuerza de la ilusión.

Por fin, después de muchos años pintando de una manera totalmente libre, pero con una especial originalidad, un extraordinario vigor en sus pinceladas y una combinación de colores única, se decide a seguir las enseñanzas de una profesora, porque aún hoy la pintura sigue siendo un reto para ella. Hasta hace poco ha satisfecho su anhelo de reflejar temas naturales: paisajes, bodegones con sus manteles bordados, caballos que parecen querer salir del lienzo, faros marinos…, pero quiere aprender más, especializarse en captar caras y cuerpos. Para ello no elige una enseñante cualquiera, aunque ya cuenta con los consejos de su hija en ocasionales encuentros, puesto que Chari vive en Tenerife y ella en Gran Canaria. La guía una artista del más alto vuelo, licenciada en Humanidades Modernas magna cum laude, una artista que durante veinticinco años se ha dado a conocer con numerosas exposiciones en Asia y Norteamérica: Isabel Echevarría, residente en Las Palmas de Gran Canaria desde el 2004. Isabel descubrió las obras de Herminia y no sólo ha logrado que participe en varias muestras colectivas en Barcelona y en Madrid, sino también en el circuito artístico de Manhattan, donde en estos momentos se expone uno de sus cuadros junto a los de su maestra.

Como bien saben los socios de este Club, no es la primera vez que Herminia expone su obra en estos hermosos salones, pero sí es la primera ocasión que realiza una exposición de faros. Gracias a su pincel, nos podemos acercar a las torres que iluminan costas y puertos de todo el mundo, hallándose entre ellas la que se elevó en Sardina del Norte de Gáldar.

Disfrutemos ahora de esta exposición. La extraordinaria generosidad de la creadora lleva a que sus obras terminen frecuentemente en ventas benéficas, o decoren los despachos de profesionales amigos y las casas de sus numerosos hijos. Como bien dice ella: “Mis cuadros vuelan”. Pero en los próximos días tendremos el privilegio de contemplar una excelente selección de ellos.





No podemos dejar de hacer constar que Herminia ha preferido hallarse con nosotros este día a acompañar a Isabel a Nueva York. Resulta entonces muy oportuno que acudamos al precioso soneto que Melchor de Palau dedicó al Faro de la metrópoli norteamericana para desear a nuestras dos destacadas paisanas toda la suerte del mundo.

Mantos de lumbre tiendes por los mares;
guías la nave al suspirado puerto,
y, abandonando el líquido desierto,
por ti el marino encuentra sus hogares.

Mas ¡qué miro! millares y millares
de hermosas aves a tus pies han muerto;
atrájolas tu foco en vuelo incierto,
y no verán los patrios palomares.

¡Oh Faro colosal! tus vivas luces
son de la Libertad fúlgido emblema;
al que bien te comprende, bien conduces;
pero, al que mal conoce tu sistema,
con atracción magnética seduces,
y en ti las alas mísero se quema.


Tengo la certeza de que Herminia al pintar tantos faros, ya ha logrado entenderlos a todos y aprovechará su luz para continuar regalándonos el buen hacer.

¡Muchas gracias Herminia! Y enhorabuena por tu hermosa exposición.

Ángel Ruiz Quesada